¿Dónde estabas en las frías mañanas en que el viento,
con furia desmedida,
azotaba las indelebles ramas del sauce en el jardín?
¿Dónde estabas mientras mis pies cansados caminaban,
cual fantasmas borrachos con sed de madrugadas,
por las calles solitarias y tristes
de esta ciudad inerte?
¿Quién te arrancaba risas cristalinas mientras yo,
en las tórridas noches del verano,
me asfixiaba con el insoportable aroma de las rosas
y me sentía morir por la presencia vigilante, callada,
de millones de estrellas?
¿Quién besaba tus labios mientras el vil deseo
se adueñaba de todos mis sentidos
y, como un pobre loco, buscaba tu presencia
en todas las miradas del camino?
¿Dónde estabas, mi amor, mientras mis ojos,
abiertos a la nada y húmedos de lamentos,
miraban sin mirar el absurdo vacío de la vida
a través de un cristal empañado
con vahos de fracasos?
¿Dónde estaban tus ojos de avellana,
de mirada tranquila cargada de tristeza?
¿Dónde tus dulces labios con lunares morenos
pordioseros de besos?
¿Dónde tu pelo negro revuelto por el viento de la tarde
antes de la tormenta?
¿Dónde estabas cuando yo te soñaba, mi preciosa hechicera?
¡Por qué dulces veredas vagaría tu espíritu
en las noches eternas en que el tiempo
se paraba extasiado ante mi alma
contemplando, indolente, el paso del silencio!
Te llamé tantas veces y de tantas maneras,
tantas…que las estrellas,
compañeras leales de mi errante vagar,
repetían gozosas cada noche tu nombre.
Marzo-2011
De "Veinte poemas de amor" (2010-2013)