28/10/15

Mar primero



Te recuerdo algo esquivo,
como jugando al escondite con mi asombro.
A veces te mostrabas.
A veces te escondías
tras altos edificios de cristal.
Desde el viejo automóvil,
mis ojos,
abiertos al embrujo de tu magia,
no podían ya mirar hacia otro lado
que no fuera a tu azul inmensidad.

Intenso, impresionante mar primero.
Ese verte y no verte
hizo que el mito-mar de mis delirios
se hiciera aún más vasto,
más intenso,
más mar.

Padre Mediterráneo,
sólo tú podías ser mi mar primero.
Era un amanecer de besos púrpuras
que realzaban tu majestuosidad.
Fue allá, en Castelldefels,
al sur de la soberbia Barcelona.
Yo tenía quince años y tú,
toda una imperturbable eternidad.


De "Versos al atardecer: Vivencias" (2010-2013)



25/10/15

Platero y yo

                         -I-
Préstame, Juan Ramón, unos días a Platero.
Que quisiera mostrarle esta luna de abril
que asoma su carita arrebolada
por detrás de los pinos.
Esta luna, la misma, que él se bebió una noche
en un cubo de agua con náufragos luceros.

Déjame que le hable de la flor del camino
o del paisaje grana en los atardeceres del verano.
Que lo baje hasta el río
para que su bocaza de burro asustadizo
se llene de nenúfares azules al beber de sus aguas cristalinas.
Y para que, a la tarde,
cuando el sol achicharre con sus rayos al pueblo,
subamos él y yo a lo alto del cerro
a echarnos la siesta
bajo la sombra densda y refrescante
de nuestro amigo, el pino de la Corona...

¡Hablé tanto con él cuando a mis quince años
lo descubrí una tarde de verano 
transportando tu espíritu "nostáljico"!
¡Cómo os echo de menos!
Tú, de negro,  espigado,
con esa barba nazarena de bohemio arrepentido,
cansado ya de viajes y de urbes populosas.
Él, pequeño, rebelde,
todavía un burro-niño,
con ansias de trotar entre las florecillas
que tapizan el prado.
¡Vaya par de poetas soñadores y extraños!
Con la sola presencia de vuestros desvaríos
regresando del campo borrachos de verdores,
asustabais a los niños pobres de Moguer
cuando jugaban a ser mendigos al anochecer
por las últimas callejas del pueblo...



                                  -II-

¡Préstamelo unos días, Juan Ramón! 
Que quisiera contarle 
cómo ha cambiado el mundo desde entonces. 
Le diría, por ejemplo,
que apenas hay ya hombres en los campos. 
Que aquellos niños pobres de Moguer,
hace tiempo que dejaron de jugar a fantasmas 
en los anocheceres con niebla del invierno. 
Que el coche de las siete ya no pasa,
que ya no trae viajeros hasta el pueblo. 
Y, tal vez lo más triste, 
que apenas quedan burros,
que casi se extinguieron.
Y es que ya, no los necesitamos.
Porque ahora nuestros burros son mucho más veloces. 
Para llegar los primeros al vacío infinito de la vida 
o a la infinita nada de la muerte. 

¡Ay Platero! 
Daría cualquier cosa por volver 
a mi atormentada adolescencia.
Y pasear contigo 
por los blancos caminos de mis eternos miedos. 
Para, al anochecer,
volver de nuevo a casa
sobre tu trote alegre de burrillo asustado, igual que yo.
Deseando los dos que lleguen cuanto antes nuestros miedos 
a la segura calidez de las primeras callejas del pueblo.
El mismo pueblo que al amanecer,
bajo la suave caricia de un sol recién nacido,
se transformará en el bello y seguro paraíso 
de los burros miedosos como tú 
y de los hombres tristes como yo.


¡Ay Platero!

        
           De "Versos al atardecer: Vivencias" (2010-2013)



21/10/15

Vencidos



Vencidos

(Después de leer "La voz dormida" de Dulce Chacón)



Les contaron que otro mundo mejor era posible,
un mundo donde el rey se llamaba justicia.
Y acudieron en masa a proclamarse 
súbditos obedientes.
Y, tal vez porque un cuello doblado 
por siglos de opresión y tiranía 
termina por doler,
reclamaron con prisas excesivas 
el derecho a mirar a los demás 
de frente y a los ojos.
O quizás no supieron comprender 
en toda su sintaxis,
la razón de la palabra libertad,
puede que por la falta de costumbre.
Y tiraron por la calle del medio,
y abrazaron la fe que no tenían,
y rompieron con rabia las cadenas 
de siglos de miseria...
Y en cuestión de segundos comprendieron 
que ya no era posible el retroceso.
Y tal vez porque el hambre nunca espera
 o quizás por exceso de confianza,
no midieron las fuerzas.
Y antes de tan siquiera probar 
las mieles del triunfo,
sintieron en sus carnes de nuevo la derrota.

Y regresó la triste oscuridad de los vencidos.
Y de nuevo inclinaron la cabeza 
ante el imperio de la cruz y de la espada.
Ante los que pactaron con un dios a medida,
el ficticio lavado de sus sucias conciencias       
una vez por semana,
en misa de domingo.
Los mismos que impusieron todavía,
cuarenta años más de tristeza y miseria 
a esta tierra baldía de libertad,
a esta triste, sufrida y enfrentada nación.




De "Versos al atardecer: Vivencias" (2010-2013)












18/10/15

Este extraño verano de silencios y cantos de sirena



  

Amanece.
El alba se sonroja.
Inhalo el nuevo día que me llega
con un intenso aroma de magnolias.
La aurora desparrama sobre el parque desierto
toda su magia
y un manto de esperanza
que se dejó olvidado la noche, para mí.
En el aire, dádivas de pureza
para mi alma, cansada de morir.


Mediodía.
El sol, desde lo alto, nos vigila.
Se incendian las ideas.
Y me da por pensar cosas extrañas...
¿es el amor más dulce que el olvido?
¿serán los sueños susurros de las almas
rechazadas un día por el amor?
Mediodía, silencio.
Mediodía, calor, deseo, siesta,
piel húmeda, pereza
incluso de existir, de ser persona...
Incluso de rendir tributo a la pasión.


A la tarde, las petunias dormitan y descansan
de su orgía con el sol.
Y una brisa, oculta todo el día,
asusta, de repente, a dos zorzales
que buscaban semillas entre el césped.
El alma se serena.
Las palabras comienzan a surgir
para un triste poema de besos y nostalgias.
Para un pobre poema
que se irá con el viento, como siempre,
en busca de tus ojos.
  

La noche me fascina,
desde niño.
¡Es tan bella la palabra crepúsculo!
¡Se ve tan insondable, tan secreta!
La noche se me antoja
una dulce utopía de la vida,
un fecundo vacío,
la lágrima postrera del dios Zeus
tras crear el Olimpo.
Es por eso, tal vez, que en la noche me pierdo
con frecuencia,
entre dulces delirios de grandeza
 o entre lánguidas notas seductoras
de cantos de sirena.


De "Versos al atardecer: Vivencias" (2010-2013)



14/10/15

Triste amanecer

               
                        A la memoria de mi padre

En este amanecer de luces mortecinas,
un frío penetrante de tentáculos verdes
se ha instalado en la esencia
de mi alma vencida.
El aire huele a nuevo,
como recién salido de la fábrica etérea
de un universo obrero.
Las rosas del jardín, se despiertan mojadas
de lágrimas amargas
que ha llorado el rocío.
Y el cielo, lienzo gris,
no ayuda esta mañana...
Y por eso  mis ojos,
víctimas de una lucha disparatada y triste,
no aciertan a salir
de esta negrura aciaga.

Sólo un recuerdo vago
de lucha sin sentido:
¡Tú sabías contra quien...!
Yo, tardé en comprenderlo.
Y, cuando acabó todo,
no supe ni llorarte de tanta pesadumbre.
Me puse a divagar
mientras con pasos lentos deambulaba sin rumbo
por los pasillos grises...
Intenté asimilarlo y,
sólo pensamientos absurdos me venían.

Y esta mañana, al fin,
he comprendido...
que te echaré de menos,
sobre todo a la tarde, cuando ya caiga el sol,
a la hora del paseo..


Te buscaré indolente por esas avenidas
que tan bien te conocen;
miraré en cada banco del parque solitario,
y detendré mis pasos
con cada anciano amable que se cruce conmigo,
y hablaremos de ti,
de lo bueno que eras;
de que nunca debiste partir sin avisarles...

Esta mañana gris de brillos apagados,
me he quedado sin ti,
el faro que guiaba mi rumbo cuando niño,
la voz fuerte y serena
que supo encaminarme.
Esta mañana infausta de brillos extinguidos,
me dice que te fuiste,
que no volveré a verte y aún no me lo creo...

Pero yo sé que luego,
más tarde,
cuando el sol brille alto dando calor al mundo
sobre las flechas místicas
de los mudos cipreses allá, en el cementerio,
entonces,
sólo entonces,
me invadirá la pena y el llanto acudirá,
cual río desbordado.
E inundará mis ojos,
y quedaré tranquilo porque,
al fin, padre,
al fin, te habré llorado...

                           
                                              Abril,2010.


De "Versos al atardecer: Vivencias" (2010-2013)


11/10/15

Rima


         Mis poetas (Recordando a Bécquer)

Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla,1836-Madrid,1870).
Fue el primer poeta que me deslumbró allá por la adolescencia. Sus rimas quedaron para siempre dentro de mi. Que este humilde homenaje, en forma de poema, siguiendo una de sus rimas más conocidas (Rima XV) ,sirva para agradecer tantas horas de poesía romántica .Espero que Bécquer ,donde quiera que esté, sepa perdonar mi osadía.

                                               


                                              RIMA

   Manantial claro de aguas tranquilas,
dulce fragancia de tiernas lilas,
figura hermosa
de altiva diosa,
nardo vestido de fino tul,
eso eres tú.

Tú, que me miras y me desarmas,
que me traes ansia y te llevas calma,
y, cual paloma, inicias el vuelo
para perderte en el alto cielo
limpio y azul.


                                         Del árbol muerto, hoja caída;
en mar inquieto, barco en deriva;
llanto constante
del viento errante,
herida abierta en el corazón,
ese soy yo

Yo, que si vivo es sólo por verte,
y si no llegas, pienso en la muerte.
Yo, que me pierdo entre las estrellas
siguiendo, terco, las tristes huellas
de una obsesión.


                          Joaquín Galán



De "Versos al atardecer: Vivencias" (2010-2013)





4/10/15

Todos mis miedos


Allá por lo veinte años
mis miedos no eran corrientes,
eran miedos tan valientes
que ahora se me hacen extraños.

Tenía miedo a sentir miedo.
Miedo a dormirme al amparo
de una cálida guarida.
Miedo a vendarme la herida
antes de oír el disparo.

Tenía miedo a traicionar
mis ideas, por radicales,
y a vender mis ideales
en cualquier barra de un bar. 

Miedo a regresar del miedo.
A volver sobre mis pasos
por no encontrar la salida,
o a solucionar mi vida
mirando el fondo de un vaso.

Miedo a quedarme sentado 
en mitad de la carrera.
Miedo a bajar la escalera
sin alcanzar el tejado

Y a sentirme hoja caída
que el viento mueve a su antojo.
Y a perder todo mi arrojo
ante una causa "perdida".

Hoy mis miedos son distintos,
más ligeros de ideales,
pero aún así, los mortales,
no entienden mis laberintos.

Hoy mi miedo es la tristeza
en los ojos de los niños.

Hoy mi miedo es por los guiños
entre justicia y riqueza.
Miedo a la falta de pan
para millones de seres
mientras suenan misereres
o se recita el corán.

Miedo a que nadie me hable
de ternura, de poesía
y a que sea la economía
el tema más honorable.

Miedo a la Naturaleza
en su furia desmedida
vengándose resentida
por nuestra triste torpeza.

Miedo a la falta de amor,
a los valores ficticios,
a un mundo lleno de vicios
y a los que aplastan la flor.

Miedo a que los agresores
sigan pisando las calles
y miedo de que no callen
los fanáticos censores.

Y a las falsas esperanzas
vendidas en los altares
y a las armas nucleares
y a las grandes alianzas.

Pero el mayor de mis miedos
es el miedo de pensar
que un día cualquiera, al mirar
a mi alrededor, me encuentre
que no hay nadie y que la gente
que amé con amor sincero
me ha dejado prisionero
de esta, mi excéntrica mente.


                                      
                                       De "Versos al atardecer: Vivencias" (2010-2013)