28/2/16

Lágrimas negras


Lloran las acacias sus lágrimas negras
sobre las aceras sucias, solitarias,
de esta ciudad muerta que me ahoga el alma
desde el mismo día en que te marchaste
en busca de sueños en otras miradas.

El viento, que sabe de amores lejanos,
se llega a mi puerta cada madrugada,
me silba canciones que hablan de tus ojos
-dos lagos serenos de un mirar profundo-
y hablan de tus labios, dos fresas amargas.

Y en la hora exacta de la tarde esquiva,
se acerca a mi triste soledad enferma
y me trae aquellas fragancias azules
de tu pelo negro, de tu piel morena
después de una noche de amores con luna.

Lloran las acacias y encienden sus ojos
miles de farolas por las avenidas
mientras vago errante en pos de un delirio,
de un sueño perdido en la noche del tiempo,
de un amor sublime oculto en la niebla.


 De "Versos al atardecer: Sueños" (2010-2013)


16/2/16

Música




                  "El que escucha música, siente que su soledad, de repente, se puebla"
                                                       
                                                                                Robert Browning, poeta inglés





Voz dormida en eternos pentagramas,
lenguaje de los dioses,
eres, música, el bálsamo suave y milagroso
que sana cicatrices en el alma.

Hija del viento helado
que silbaba en las noches primigenias
del Olimpo sagrado,
antes de que los dioses sucumbieran
a los falsos destellos
del oro de los hombres.

Tú eres río de dicha
para el espíritu reseco ya, amargado;
catarata de vida
para las flores mustias
que pierden el color y la fragancia
por los prados azules del olvido.

Son tus notas
curiosos duendecillos que se adentran
por las grutas oscuras del oído
hasta llegar al cálido habitáculo
de un corazón que late apresurado
al sentir tu presencia.

Música que emociona y estremece,
que enamora y que mece
los sueños encerrados
en tarros transparentes
de tantas noches mágicas y locas.

Eres como la seda sobre la nívea piel
de una doncella dormida.
Eres luz en penumbra,
locura que sosiega,
dulce néctar volátil
que va endulzando el aire
con gotitas doradas de sutiles acordes.

Eres y serás siempre
el bienhechor aliento
de los dioses eternos y sagrados
que calma las tormentas
del alma atormentada de los hombres.


 De "Versos al atardecer: Sueños" (2010-2013)







7/2/16

Mientras me quede tiempo


Cada día te busco
en la tibieza gris
del aire de noviembre.
En el cielo plomizo
que se derrama en lágrimas
sobre el parque desierto.
En montañas azules
que ocultan sus siluetas
tras retales de niebla.

Te busco a todas horas
entre los tristes sauces
que lloran junto al río
cuando muere la tarde.
En el aroma intenso
del poleo y la menta
allá en la fuente fría.
En el silencio eterno
del páramo sombrío.
En cálidas solanas.
En gélidas umbrías.

Y te busco tranquilo,
sin latidos, sin prisas,
porque sé que encontrarte
no es cuestión de clamores.
Porque ya no eres rostro,
ni sexo, ni sonrisa.
Porque ya sólo eres
una sombra sin cuerpo,
una estela sin agua,
un júbilo sin risas.

Te busqué y aún te busco
entre los pasadizos
de mis turbios recuerdos.
Y apenas una imagen
de tu dulce belleza
me queda para amarte.
Sé que llegará el día
en que ya no te tenga
colgada en mi memoria.
Pero eso no será
ningún inconveniente
para seguir amándote,
para seguir sintiendo
tu calidez, tu aliento.

Te seguiré buscando,
te buscaré incansable
entre todas las cosas
mientras me quede tiempo.


De "Versos al atardecer: Sueños" (2010-2013)