29/4/15

Poeta de invierno



A ti mujer que sufres, que te ahoga
 la rutina del pueblo.
A ti que en veinte años apenas conociste
qué hay más allá del río.
A ti que te rebelas por amor
contra tu raza fría…
te escribo,
recordando tus ojos,
 estos versos de invierno.

Él llegará a tu vida
una tarde cualquiera de verano.
Te hablará de ciudades
que hay más allá del río.
Te dirá que tus ojos
son dos lagos turquesas muy serenos.
Que tu pelo, tan negro,
dulce noche cuajada de luceros.
Que tu piel sonrosada
 es el vivo reflejo
de un feliz corazón enamorado…

¡Te dirá tantas cosas!

Te amará con la aurora y
después,
una tarde de bodas,
te llevará con él.

Por los caminos de tu infancia y la mía,
os marcharéis del pueblo.

Tú,
feliz, renovada como el viento.

Él,
tu hombre del verano.

Yo,
tu poeta de invierno.


                    1973


De "Primeros poemas" (1970-1979)

25/4/15

TOROS



   -I-

Se adorna de estrellas la noche de agosto.
Te envuelve el silencio
que rompen de pronto las palmas
de algunos chiquillos
bajando la calle.
Son grupos de mozos que llegan cantando,
que bajan soñando a la plaza,
que juegan a hombres.

Es la madrugada.
El pueblo descansa y sonríe.
Mañana, en la plaza,
gritarán a coro los hombres,
reirán a coro los niños,
llorarán las mujeres del pueblo.

      
   -II-
Ya se viene el alba.
Ya lo anuncia un gallo que canta a lo lejos.
La gente despierta:
la fiesta de agosto en sus sueños.
Se abren las ventanas.
Cantan, mientras limpian,
las mozas del pueblo.
Despiertan los mozos, que en la madrugada
gastaron su aliento.
Bajan por la calle cantando, contentos…
¡van a la capea!
A llenar de ecos
 la dulce mañana de agosto.

Tras de la capea,
todo el mundo espera la tarde de fiesta,
esperan
al gran toro negro.

                     
               
 -III-

Ya se puso el cielo su traje de fiesta.
Ya se inclinó el sol sobre las casuchas
del pueblo travieso.
Y hasta el viento cálido,
que ayer abrasaba,
hoy viene vestido de una brisa alegre.
¿Qué anuncia la villa
que todo se ha vuelto más limpio y sincero?
Anuncia…
la fiesta salvaje de la vieja España,
la fiesta bravía del pueblo,
la lucha del toro y el hombre…
¡la eterna epopeya española!

Ya en la plaza, el pueblo grita ,vocifera.
La bestia, furiosa,
brama tras la puerta de recia madera.
Alguien se encarama sobre los chiqueros.
Arrecian la voces del pueblo que espera y,
sobre la arena,
ya el noble salvaje se cubre de polvo dorado.

           

   -IV-

El sol aun aprieta.
La tarde se preña de gritos furiosos.
El toro demuestra coraje
 corriendo con rabia de animal herido.
Demuestra deseos
de escapar huyendo de aquel vocerío y,
cuando cansado,
se para ya serio en mitad de la arena,
un cordel de pechos desafía su fuerza
supliendo las muertas maderas de pino
que vallan la plaza.
Son pechos que gritan,
que arrojan al toro todas las pasiones
que durante el año guardaron consigo.

Es el desahogo
de toda una villa cansada de engaños,
de un pueblo al dieron limosnas por sueldos,
mil palabras falsas,
por una palabra de amigo.
Es el grito unánime
de este pueblo tímido,
con miedo a gritar sus derechos,
pero con enormes deseos
de sacar de su pecho los gritos.
Un pueblo, al que siempre,
 han tenido atado los dueños del oro.



 -V-

Parado en sus sueños,
el gran toro negro se siente abatido.
Sus ojos, muy tristes, se clavan
en los pechos grandes de los hombres.
El noble animal no comprende
el porqué de esta lucha sangrienta.
No comprende,
que la fiesta brava del pueblo oprimido,
es el viejo símbolo
que salva su orgullo de pueblo.
Es el gran suceso que demuestra al mundo
que tres días al año,
ellos son los dueños.


          
-VI-

Han crecido mucho
las sombras cuajadas de los edificios.
                 En los viejos carros,
los jóvenes cantan borrachos de sol y de fiesta.
Los hombres cesaron sus gritos y,
ya confiados,
van a acurrucarse muy cerca del toro,
de un toro vencido.

Resuenan las palmas
sobre las antiguas y nobles mansiones
que rodean la plaza.
Algunos muchachos levantan,
de un rincón cualquiera,
un coro de voces
 pidiendo la muerte del toro.
Suena un estampido.
Y una masa de carne violada,
se desploma junto a las paredes
del viejo palacio.

  

  -VII-

Se acabó la tarde.
Los hombres critican al gran toro negro.
Sus cuerpos, cansados de fiesta,
son dignos guardianes de sus almas grandes;
de esas almas suyas
que, en estos tres días de agosto,
son almas inmensas por ser almas libres.
En sus rostros,
la sonrisa abierta del que está venciendo
en una gran batalla.
Y ellos han vencido.
Y el premio,
son tres días de gloria
que enseñan al mundo sus pobres proezas
Ya se van felices.
Ya se creen pagados
de aquellas miserias que el año les trajo.
Ya se creen más hombres
porque han demostrado un coraje inútil
delante del toro.

                
 -VIII-

Desde la terraza del viejo casino,
algún que otro rostro,
mira con desprecio a las madres cargadas de hijos,
de sillas, de sucias talegas grasientas.
A los hombres vestidos de pana,
cubiertos con boina.
A los niños que, con voces altas, predican al mundo
que vienen …¡DEL TORO!

                                                         1970


                              De "Primeros poemas" (1970-1979)










22/4/15

Laberinto


           -I-
Cachito de sol ardiente
que abrasas mi corazón,
¿entraste por el balcón
o eres un destello errante
que me ilumina un instante
y luego partes burlón?

Beso tu piel y me quema,
ardo en deseos por ti
y, sin embargo...¿por qué
cuanto más cerca te tengo
más lejos te veo de mi?

              

                -II-
Trozo de luna de invierno
que matas con tu fría luz
mis ilusiones...No sé
si te conocí en el mundo
o eres un sueño que tuve
en la mesa de un café.

Si eres tú, despiértame,
que yo nunca supe hacerlo;
busca el fondo de mi alma
-ese laberinto amargo-
y ayúdame a conocerlo.


                             1978


De "Primeros poemas" (1970-1979)


18/4/15

Atardecer



Pinta de un tono rojo misterioso,
el sol, los ojos grandes del mochuelo,
cuando en el horizonte forma el cielo
una hoguera de senos caprichosos.

Los pajarillos vuelan afanosos,
veloces por cantar a sus polluelos
la canción cristalina del riachuelo
que fluye por un lecho pedregoso.

¡Ya se muere la tarde veraniega!
¡Ya el ocaso amenaza el horizonte!
¡Ya la noche se extiende por la vega!

Las estrellas, luciérnagas divinas,
son miles de puntitos luminosos
que muestran la belleza vespertina.

                                        1970

   De "Primeros poemas (1970-1979)




15/4/15

Primer amor



Me gusta la música lejana
de la feria.
Me gustan esos negros crespones,
esos ojos
que brillan sin remedio.
Me gusta tu sonrisa cuando pasas 
junto a mí;
tu seriedad
cuando te quedas lejos.
Me gusta el tono cálido y mimoso
de tu voz.
Y ese nervioso taconeo de tus zapatos,
y esa frescura de tu boca cuando ríes,
y esos dientes tan blancos...
¡Esos ojos...!
¡Me gustan!

Adoro la bandera de tu pelo
movida por el viento del otoño.
El dulce respirar de tu garganta,
la noches estrelladas sobre ti,
el día que se apaga,
tus besos...
¡Eso me gusta!

Y sueño con tu piel, con tus mejillas
sonrosadas por no sé que fuego interno.
Y sueño con tus labios, brasas rojas
candentes de deseo.
Con tus manos, bálsamo de mi piel.
Con tus dedos pequeños.
Con tu dulce mirar...
¡Con eso sueño!


                                1972


  De "Primeros poemas" (1970-1979)

11/4/15

Elegía por la juventud




Esta tristeza de abril
no es sino el precio pagado
al dios de la juventud:
abriles no aprovechados
se tornaron en quietud.
No cumplí las condiciones
y los jóvenes cantores
del delirio del amor,
bien cantaron sus canciones;
yo, no tuve corazón.

Mi cuerpo es sólo la urna
de un pensar sofisticado
y de un corazón extraño.
¡Se resigna, se estremece,
se vuelve furioso a veces,
tenso si el alma lo guarda...!
Yo y mi cuerpo la queremos
Y deberíamos odiarla.

Alma y voluntad sois una,
¿dónde fue mi voluntad?
Dentro morará apresada.
Alma y corazón sois uno,
¿por qué corazón inerte
no salvas mi voluntad?
Voluntad y corazón…
¡falta me hacéis para el alma!

¡Llora cuerpo!
Mientras lloras,
las ideas no trabajadas
tratarán de ser sumisas.
Se ordenarán, se dirán y me dirán:
“Allá abajo, en las entrañas,
enferma la trilogía.
Corazón, voluntad, alma,
este y este son remedios.
Yo, pensando los he hallado.
Uníos y mirad la carne,
como tiembla, como gime…”

Tú me lo agradecerás,
cuerpo mío, bello o feo,
si algún día resucitas
de tu muerte.
   
                                           1971


  De "Primeros poemas" (1970-1979)