Tal vez no
todo sea tan sencillo
en este
mundo nuestro de amantes satisfechos
y, bajo la
obviedad de la simpleza,
nos espere
dormido cualquier duende sin alma
de esos
que juguetean con el destino
de los
simples mortales
que creen
que el amor consiste en copular
una vez
por semana,
equiparando
amor con subsistencia.
Quizás, lo
que hoy es luz intensa y fascinante,
se vuelva
oscuridad
cualquier
sábado de estos
y
entonces, esos equilibrados besos nuestros,
tan tuyos
y tan míos,
sin otra
opción posible,
se pierdan
río abajo de la vida
en busca
de otras bocas más ardientes.
O quien
sabe, quizás
cualquier
tarde de estío,
de esas
que se eternizan bajo el fuego,
nos
sumerjamos sin apenas quererlo
en unos
ojos grandes y serenos
de
promesas azules
tan solo
por nadar en otras aguas
más
frescas y agitadas.
Y es que
el amor perfecto es una argucia
que se
inventan los yermos corazones
para huir
de la negra soledad.
Amar, sí,
con el alma en cada encuentro,
pero
siempre pensando que a este mundo
si hay
algo que lo viste de colores
es su
cautivadora variedad.
Febrero-2017