Extendida sobre el valle,
arropando al riachuelo,
una niebla densa y blanca
se abraza a los chopos viejos.
Por poniente, el horizonte
se tiñe de nubes rojas:
el sol juega al escondite
con las luces y las sombras.
Y el paisaje viene a ser
una dulce alegoría:
todo el campo se sonroja
mientras va muriendo el día.
Hacia el pueblo, por la sierra,
se oyen balidos lejanos
y el don-don de los cencerros
inunda de paz el llano.
Anochece ya. El pastor,
con la mirada perdida,
va cantando madrigales
que arrullan a las encinas.
Y en el cielo, allá en lo alto,
encima del campanario,
tiembla de miedo y de frío
un lucero solitario.
De "Versos al atardecer: Estampas" (2010-2013)
Entrañable estampa... pintas en tu poema.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael.
EliminarUn abrazo
Precioso lienzo de un atardecer...esto se llama pintar unos versos.
ResponderEliminarbuenos dias y feliz casi fin de semana.
un abrazo
Marina
Igualmente Marina,feliz semana.
EliminarGracias por tu presencia.
Abrazos.