Mesa y café.
Momento dulce
para mirarme
por los rincones
de mis derrumbes.
Para encontrarme
conmigo mismo.
Tregua serena,
para cambiarme
la ropa sucia
tras la batalla
por la decencia.
Para cubrirme
mis paradojas
con tibias gasas
de dignidad.
Pausa precisa,
para ser, sólo
por diez minutos,
pieza que encaje
en el engranaje
de mis ideas.
Para engrasar
la noble rueda
de mis propósitos,
esa que oxidan
día tras día
las humedades
de este sistema
frío, parcial.
Un café solo
para curarme
los arañazos
de ese felino
sediento y ávido,
de ese salvaje
libre mercado
neoliberal.
Un café solo
a solas conmigo.
Luego, a la calle,
a ser de nuevo
sólo carnaza
para un sistema
ciego y voraz.
Qué bonito y rítmico tu poema... yo quisiera un cafecito de esos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola amigo ...no encontraba donde dejarte mi comentario.
ResponderEliminarGracias por tu cariñosa visita ...me alegro que hayas pasado felices vacaciones ...ha sido un placer venir a dejarte un abrazo ...
Me gustó tu poema por su forma y por su fondo fuerte y real. Abrazos.
ResponderEliminarHola, Joaquín!
ResponderEliminarUn poema diferente dos habituais, pke para mi, tu es o poeta k habla de y do amore, pero, tb sei, k es un hombre informado y atento às realidades, que são vorazes, como dices en tu entrada.
No me gusta café, pero te faço companhia, tomando un té (chá, en português).
Abrazo con saudades.
Es lo que demanda la vida...aunque no es fácil verse desde dentro...
ResponderEliminarpero el ejercicio de ver ese proceso personal
reflexionando con una taza de café es notable...
saludos cordiales.
Gracias amigos por vuestras huellas en este blog de viejos temas.
ResponderEliminarAbrazos a todos y cada uno.